Los pediatras pueden proteger a su hijo al administrarle no solo las vacunas activas, sino que algunas veces pueden usar lo que los médicos llaman vacunas pasivas. Si escucha que su pediatra usa estos términos, esto es lo que quiere decir.
Cuando su hijo recibe una vacuna activa, la vacuna evita una enfermedad infecciosa al activar que el cuerpo produzca anticuerpos que pueden combatir las bacterias o virus invasores. La vacuna pasiva, en la cual se le administrar directamente los anticuerpos contra un agente infeccioso en particular al niño o al adulto, algunas veces es apropiada. Estos anticuerpos se toman de un donante y luego se procesan de manera que la preparación final contenga altas concentraciones de anticuerpos. En ese momento, se administran en la vena o por medio de una inyección al paciente.
La vacuna pasiva se usa a menudo en niños y adultos que tienen un sistema inmunológico débil o que es posible que no sean buenos candidatos para las vacunas de rutina por otras razones. Se puede usar con personas que no han sido vacunadas contra una enfermedad a la cual han estado expuestas. Por ejemplo, la vacuna pasiva contra la rabia (inmunoglobulina contra la rabia) se usa comúnmente después de que cierto tipo de animal salvaje muerde a un niño. Las vacunas pasivas para la hepatitis A (gammaglobulina) pueden ser útiles para las personas que viajan a una parte del mundo en donde la hepatitis A es común. Normalmente se administran antes de que los niños o los adultos salen de viaje. Se utilizan menos ahora que existe una vacuna para la hepatitis A.
Si hay suficiente tiempo, es preferible la vacuna activa. Recuerde que las vacunas pasivas proporcionan solo protección de corto plazo que a menudo duran solamente unas cuantas semanas antes de que los anticuerpos se desgastan y eliminan del torrente sanguíneo. Por el contrario, las vacunas activas pueden producir anticuerpos que duran toda la vida.